PRAE: Una conexión entre grandes y pequeños.
- El Gorrion
- 20 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 jul
¿Este tipo de actividades realmente generan conciencia sobre la situación ambiental?
Esa fue la pregunta que muchos se hicieron antes de iniciar la actividad PRAE de este año. Pero una vez que sus manos se mancharon de pintura, cartón, tapas y creatividad, la respuesta comenzó a florecer entre colores y sonrisas.
En las intrincadas raíces de nuestra Tierra, un llamado de auxilio nos estremece. Algunos lo ignoran, siguen de largo; otros se detienen, escuchan y actúan. Entre ellos, los docentes del área de pensamiento científico se destacaron como un verdadero ejemplo de compromiso ambiental y educativo. No solo han mostrado interés por ayudar, sino también por sembrar en otros esa misma inquietud.
Gracias al trabajo en equipo de todo el cuerpo docente, la profesora Lina Ramírez lideró una actividad que reunió a todos los grados en un esfuerzo colectivo por conmemorar el Día de la Tierra. La propuesta fue clara: cada grado debía crear un mural utilizando únicamente materiales reciclables, guiados por un mensaje ecológico. Pero lo especial fue el vínculo intergeneracional que surgió: los cursos mayores, lejos de imponer, se dejaron guiar por la espontaneidad y la sensibilidad de los más pequeños.
Al conversar con la profesora Wendy Duque, docente de Pensamiento Científico 1 en ciclo 4, pudimos conocer más a fondo la intención detrás de esta actividad PRAE. Según ella, el objetivo principal era conmemorar el Día de la Tierra, el Día del Árbol y el Día del Reciclaje a través del arte, utilizando el mural como una herramienta pedagógica. Además, destacó que se buscaba promover en los estudiantes una reflexión profunda sobre el cuidado del planeta, los problemas ambientales actuales y las acciones concretas que todos podemos tomar para proteger nuestro entorno.
Así, cartones olvidados se convirtieron en hojas, tapas plásticas en flores, y manos de todas las edades se unieron para dejar su huella, literal y simbólicamente, en murales que narran historias de cuidado y esperanza. El resultado no fue solo visual: fue una experiencia de aprendizaje compartido, de escucha, de juego, y de conciencia.
Más allá de una competencia entre cursos, esta actividad se convirtió en una metáfora viva: todos, grandes y chicos, podemos volver a nuestras raíces, aprender unos de otros y construir con lo que tenemos a mano, un mundo mejor.
Comments